El superministro reunió a su equipo y anunció una batería de medidas que contrastan con el rol que adoptó el Presidente de la Nación. Aún así, no logró todos sus objetivos.
El mayor éxito de Sergio Massa es haber garantizado dos fines de semana sin sobresaltos aunque el viernes, cuando a las 23.45 dejó su nueva oficina, todavía no había podido nombrar secretario de Programación Económica ni había resuelto el recambio del área de Energía.
A diferencia de los casi trágicos sábados de julio, este último Massa adelantó medidas como un plus para jubilados, conversaciones con distribuidoras de gas, bancos e inversores y el desembolso del BID, una amplia batería de anuncios que contrastaron con las fotos de Alberto Fernández en un rol de relacionista internacional junto a su par hondureña Xiomara Castro.
Está claro, como con Martín Guzmán, que en el Frente de Todos y con ya gastados dos años y medio de gestión, no alcanza la voluntad para encontrar soluciones. La realidad corre al nuevo ministro.
Una aplicación en su celular y las nuevas pantallas que instaló en el despacho del quinto piso del Palacio de Hacienda le permiten seguir el minuto a minuto de los mercados, las tasas, los bonos, las acciones, el dólar, y el riesgo país.
Además está en línea permanente con Daniel Marx y con su secretario de Finanzas, Eduardo Zetti; su jefe de asesores Leonardo Madcur y el vice del Banco Central, Lisandro Cleri. Con ellos chequea con preocupación los datos y cuadros que recibe. Su favorito es el que muestra la caída en la curva del riesgo país, una bienvenida que no es suficiente y deberá sostener.
Massa cuenta con el padrinazgo de Roberto Lavagna con quien recompuso relaciones en marzo. Almorzaron en Capital y luego en la cabaña «La Clo» en Máximo Paz, donde conversaron varias horas mientras comían empanadas y de postre una tarta de manzana de Claudine, esposa del ex ministro de Economía de Néstor Kirchner y madre de Marco Lavagna. El hijo es una pieza clave en el armado del Frente Renovador y mucho más que titular del INDEC.
EL DILEMA RUBINSTEIN
A diferencia de Madcur, y contrario a lo que se cree, Gabriel Rubinstein no tiene un vínculo con Lavagna, más allá de su paso como enlace en el Banco Central durante la gestión de Kirchner. Su carta de presentación es la precisión en los pronósticos de inflación a partir del Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM). Poco mérito para sus nuevos detractores, los que no quieren olvidar ni perdonar sus exabruptos y críticas en redes sociales que incluyeron desde Cristina Kirchner al presidente Alberto Fernández y hasta a la primera dama Fabiola Yáñez.
El consultor regresa el martes al país y todo parece indicar que hasta entonces no se definirá quién ocupará el lugar de viceministro. El casting se complejizó tras la negativa de varios economistas, incluida una mujer. No está resultando fácil encontrar un experto que corra riesgos y supere todos los filtros. Se agrega el factor tiempo que pesa sobre las expectativas y agrava la sensación de crisis. El Cronista.